martes, 2 de abril de 2019

CONMIGO

El mejor tiempo empleado
es el tiempo que paso
conmigo.
Momento en el que expulso todo aquello
que callo con otros.

Últimamente
paso mucho tiempo conmigo;
no sé si me estoy volviendo loca
o soy lo que necesito.

No solo me acompaño -- entiendo lo que ignoro
y desconozco lo que  comprendo.

A veces me desahogo en público
-a medias-
porque me empeño en ellos
olvidándome
de mí.
Conmigo es con quien me sincero
entera.

Me evado.
Me exijo.
Me frustro.
Dudo.
Me paralizo.
Decido tarde o no decido.
Entro en cólera.
Deliro...
Respiro.
Me calmo.
Me tranquilizo.
Y aparezco donde estaba,
desorientada;
unas veces con la esperanza de lo que buscaba,
y otras
con las luces apagadas.


Conmigo soy extrema.
Soy perversa.
Conmigo me abro en canal
sin aguja ni dedal.
Me prohíbo ver la luz para encontrar a mi yo verdadero.
Conmigo sufro, arrojo, suelto y suspiro.
Alivio ahogado.

Conmigo soy mi versión más sincera.


[Y ahora que he dado el paso,
ahora
pide ayuda].




miércoles, 23 de enero de 2019

Bon voyage



[Nota: hay una versión en inglés y más fotos abajo /
Note: there is an English version and more pictures below]


El miedo de la primera noche con el inquilino extraño, la ducha en el cuarto, la noche cerrada y las literas aprisionadas.
La belleza y la calma de la luz del día; los nervios a flor de piel porque hace un año que no la veo.

La felicidad flota a mi alrededor y me empapa el alma entera.



Los vídeos y las fotos “para el recuerdo”. La excitación de los primeros días y las ganas de verlo todo; de recorrer cada esquina mágica, cada barrio encantado, cada lugar conocido, y no tanto.

Las avispas, muertas de hambre por probar un trozo de nuestro delicioso crêpe de la esquina de al lado de la casa de Hemingway.
La siesta de después en un pequeño parque que conquistamos, el césped fresco y los rayos de Sol haciéndonos cosquillas en la cara. Un paraíso alejado del bullicio en pleno centro de la ciudad

-sólo se respiraba el lenguaje de los pájaros,
el canto de los árboles
y el perfume de las flores-




Las vueltas y más vueltas, idas y venidas, subidas y bajadas por la casa de Sylvia Beach: el palacio de las historias contadas por todo el mundo. El único gato al que no he detestado y al que admito haber tenido envidia por dormir en esos rincones.



Los cuadros de grandes artistas en el museo del reloj y los trenes: Monet, Van Gogh, Manet, Zizarro, Gauguin. Su impresionismo.
Los artistas de la plaza bohemia, donde parece que todo puede pasar.




El calor soportable o insoportable, según cómo teníamos de llenas las botellas. Las escaleras para llegar al cielo, a ese castillo “de mentira” en el que convergen infinitas religiones.
La iglesia de Esmeralda y Cuasimodo, donde “a few more pics and we leave” porque “esa cola no la hago ni siendo una gárgola”.




El arpa. Las sillas que te invitan a pasar el día entero observando a la gente que viene y va. La tranquilidad del caos. Los retratos vivos. Los sitios prohibidos. Las miradas curiosas de personas curiosas. El acordeón y la guitarra. El tren que se pasea esperando a que nos subamos. La envolvente música francesa que nos devuelve la sonrisa.



La estación.
La incertidumbre. La espera. La tensión. El tren que llega. El tren que casi se va,
sin nosotras.
La bolsa de comida.


Nuestras risas. Nuestras bromas. Nuestros silencios compartidos. Nuestros kilómetros y nuestros paseos.
Nuestro, porque más nuestro que de nadie.



Y ella, tan majestuosa como la primera vez:
La Tour Eiffel.




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The fear of the first night with the weird stranger, the shower in the room, the dark night and the narrow bunks.
The beauty and calm of the daylight; those boiling nerves because I haven’t seen her for a year.

Happiness floats around me and soaks my whole soul.

Videos and photos "for the memories". The excitement of the first days and the desire to see everything; going through every magic corner, every enchanted neighborhood, every known place, and not so much.



The starved wasps, trying to get a piece of our delicious crêpe from the corner next to Hemingway's house.
The afternoon nap in a small park that we conquered, the fresh grass and the rays of Sun tickling our faces. A paradise away from the hustle yet in the heart of the city

-you could only breathe the language of the birds,
the song of the trees
and the perfume of the flowers-



The turns and rounds, the comings and goings, the ups and downs at Sylvia Beach’s house: the palace of stories that have been told all over the world. The only cat that I haven’t actually loathed and which I admit I have envied for sleeping in those corners.



The paintings of great artists in the museum of the clock and trains: Monet, Van Gogh, Manet, Zizarro, Gauguin. Their impressionism.
The artists of the bohemian square, where it seems that everything can happen.




The bearable or unbearable heat, depending on how full our water bottles were. The stairs reaching the sky, to that “fake” castle in which infinite religions converge.
The church of Esmeralda and Cuasimodo, where "a few more pics and we leave" because "I will not stand in this line even if I were a gargoyle".




The harp. The chairs that invite you to spend the whole day observing the people who pass by. The peacefulness of chaos. The living portraits. The restricted places. The curious looks of curious people. The accordion and the guitar. The train that is waiting for us to get in. The catching French music that smiles us back.



The station.
The uncertainty. The waiting. The tension. The train that arrives. The train that almost leaves,
without us.
The bag of food.


Our laughs. Our jokes. Our shared silences. Our kilometers and our walks.
Ours, because this was more ours than anybody's.



And there she is, as majestic as the first time:
La Tour Eiffel.