sábado, 8 de septiembre de 2018

Septiembre

Intento agarrarme a las olas
pero entre mis dedos se escapan,
como la arena
que es tiempo
y el tiempo nunca para.

Cierro los ojos.
Oigo mi respiración entrecortada
cuando hundo las orejas
y me dejo caer sobre la sal;
plomo en una bolsa de cristal.
Vago sin rumbo en pequeños movimientos
que a mi cuerpo se le antojan como desiertos.
Estoy dentro de ella y,
aún así,
no me siento mojada;
rodeada de vacío, 
como todo lo que hemos creado
y en Nada se ha convertido.

Mi cabeza se inunda
de pensamientos, recuerdos y
nostalgia.
Nostalgia de algo que estoy viviendo
pero ya se ha terminado.

Una gaviota pasajera
que nunca más verá esta orilla
ni estas caras.
Unas huellas
que la marea ha arrasado
sin dejar nada atrás.
Una bolla infinita
que nadie va a conquistar.
Y una sonrisa de junio
que en septiembre se ha olvidado.

Pequeñas gotas hinchadas llenan mi piel
maquillada por el Sol.
Un Sol que poco a poco se apaga.
Que poco a poco
se acaba.


¿Aparece la Luna
o es el frío el que llega?


 

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