sin mover yo las piernas,
sin querer con el alma.
A la una de la madrugada
de hace tres días
empezaba mi aventura
que ahora es sueño,
huele a recuerdo
y sabe a dulce mentira.
Por las calles de Madrid, he sido libre.
He fotografiado miradas,
atardeceres, monumentos,
conversaciones, silencios,
caminos,
vidas.
Me he querido correr por el Reina Sofía;
he saboreado el sufrimiento de Picasso y su Guernica
como si se tratase de un duelo entre la muerte y el orgasmo.
Al final opté por lo segundo.
La muerte para los muertos
y el orgasmo, para los vivos.
He bebido vino bueno,
vino malo
y ya no tengo más adjetivos
porque no me gusta el vino.
He celebrado la vida
entre cervezas y pinchos de tortilla.
He volado en metro por Sol, Gran Vía, Callao, Atocha y Tirso de Molina.
-subterránea, pero tocando el cielo-
He charlado con Marwan y Carlos Salem
aunque ellos no supieran que yo soy
Patricia De Tantas.
He hablado de sexo a las puertas de un garito
donde los poemas se convierten en música,
y la música hace poesía.
Por las calles de Madrid, he vivido.
He bailado con cada libro del Barrio de las Letras,
y con todos los escaparates de Malasaña.
He lucido los colores de Chueca en mis latidos.
Me he tatuado en el pecho
los nombres de todos los bares de Lavapiés.
He flotado por los rincones de la Latina
y su rastro desierto en martes.
He llorado en lacasablancadetechosaltosdelsegundoizquiera.
He respirado hondo desde su balcón;
muy hondo...
tan hondo
que he notado el silencio jugando con mi lengua,
mezclándose con el humo que salía de una boca
que no era la mía.
Por un segundo
me he sentido dueña de una noche
que al amanecer,
sería leyenda.
De una ciudad
que al volver,
será ceniza.
He saludado a la Luna con el corazón.
Por las calles de Madrid, he sido mía.